A la 1 de la mañana (hora de Martinica) me levanto, no puedo dor-mir pensando que estamos llegando. Salgo a cubierta y las luces de Martinica están ya mucho mas cerca, tenemos que dejar la isla por estribor y pasar al y entrar en el Mar Caribe propiamente dicho para poder entrar en LeMarin, que es donde está la llegada y donde nos están esperando.
A las 2 de la mañana empezamos a dejar la isla por estribor en poco tiempo estaremos entrando el la meta, esto se acaba; por un lado estupendo, pero por otro me da como pena, son sentimientos raros difíciles de explicar.
Próximos a la línea de meta el patrón montó el último numerito con sus gritos y aguó un poco la llegada, gritando para que trimásemos las velas y hacer andar al barco al máximo ¡como si fuese una regata de optimist! A las 4 de la mañana pasamos la línea de meta y el patrón quiso poner el motor en marcha pero no giraba el motor de arranque; alguien por descuido le dio con la pierna al interruptor del arranque que está debajo del asiento de la mesa de cartas y es muy fácil desconectarlo; enseguida nos dimos cuenta de lo que pasaba y lo solucionamos enseguida, pero mas gritos y mas nervios. Mandó arriar la mayor y enrollar el génova ¡por fin!
La gente de la organización nos estaban esperando con una lancha y una vez que pasamos la línea de meta, nos mandaron seguirlos porque el canal de entrada al náutico de LeMarin no es nada fácil y menos de noche así que a motor y siguiendo a la lancha de la organización. El patrón me manda ir a proa buscar la bandera Española para ponerla en la popa y cual es mi sorpresa que no puedo andar por dentro del barco, me doy contra todos los mamparos, no se estar en el barco si está ¡quieto !
Amarramos en el lugar que nos tenían reservado, fotos, botella de champán; nos despedimos de los miembros de la organización que nos recibieron y a esperar que amanezca para comerme y beberme toda la Martinica.
En honor a los que me precedieron en esta travesía, y como última anotación en mi diario manuscrito de navegación, anoté:
A las 2 de la mañana empezamos a dejar la isla por estribor en poco tiempo estaremos entrando el la meta, esto se acaba; por un lado estupendo, pero por otro me da como pena, son sentimientos raros difíciles de explicar.
Próximos a la línea de meta el patrón montó el último numerito con sus gritos y aguó un poco la llegada, gritando para que trimásemos las velas y hacer andar al barco al máximo ¡como si fuese una regata de optimist! A las 4 de la mañana pasamos la línea de meta y el patrón quiso poner el motor en marcha pero no giraba el motor de arranque; alguien por descuido le dio con la pierna al interruptor del arranque que está debajo del asiento de la mesa de cartas y es muy fácil desconectarlo; enseguida nos dimos cuenta de lo que pasaba y lo solucionamos enseguida, pero mas gritos y mas nervios. Mandó arriar la mayor y enrollar el génova ¡por fin!
Le Marin (Martinica)
La gente de la organización nos estaban esperando con una lancha y una vez que pasamos la línea de meta, nos mandaron seguirlos porque el canal de entrada al náutico de LeMarin no es nada fácil y menos de noche así que a motor y siguiendo a la lancha de la organización. El patrón me manda ir a proa buscar la bandera Española para ponerla en la popa y cual es mi sorpresa que no puedo andar por dentro del barco, me doy contra todos los mamparos, no se estar en el barco si está ¡quieto !
Amarramos en el lugar que nos tenían reservado, fotos, botella de champán; nos despedimos de los miembros de la organización que nos recibieron y a esperar que amanezca para comerme y beberme toda la Martinica.
En honor a los que me precedieron en esta travesía, y como última anotación en mi diario manuscrito de navegación, anoté:
“Y arriada mayor, génova y trinqueta. Largadas y aferradas amarras de proa y popa. Adujada la cabulleria y maniobra de labor, y estibados enseres e intrumentos, doy por concluida esta singladura en el muy noble puerto de LeMarin, en la ciudad de Fort d Fance, en la isla de la Martinica; al Oeste del meridiano de 30 grados, zona que corresponde al Reino de España, en el día quinto de febrero, día de San Bartolomé, del año de Nuestro Señor de dos mil y ocho”
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