Efectivamente empezamos a deanvular por la marina hasta que a-maneció y abrió el bar-cafeteria-resturante-discotec-atienda y allí nos instalamos a…, iba a decir: entregarnos al pecado de la gula, pero no; más bien a comer y beber porque teníamos hambre y sed atrasadas de muchos días. Nos sentamos y cada uno pidió lo que quiso. A las 9 de la mañana, Manolo decidió que era el momento de cumplir y pagar las distintas apuestas ganadas y perdidas durante el viaje, así que nos sentamos en la terraza a disfrutar de los primeros rayos del sol con sendos vasos de ron “en las rocas”. Luego a recibir a las “Niñas” (el Málaga 2.015) y después a la litera que el cuerpo no aguanta más y esta noche tenemos barra libre en un bareto que nos ha reservado la organización para que esperemos a los demás participantes.
Al día siguiente (6 de febrero) amanecimos resueltos a resolver lo de los billetes de regreso a Madrid, poner mails, hablar con casa, mandar mensajes a los amigos, en fin, volver a las rutinas propias de la civilización.
Después de dormir 7 horas seguidas en una cama que no se movía, algo que no ocurría en las últimos 28 días, y de un desayuno maravilloso en el barcafeteríaresturanteetcetc, nos fuimos en un coche alquilado, Manolo, Javier, Judith y yo al aeropuerto; primero a confirmar mi vuelo del día siguiente a Paris y luego a pasar el día en la capital de la isla, en Fort d France que está de carnavales y por lo visto tiene mucho ambiente. Estaba casi todo cerrado y la ciudad no vale gran cosa. Un tío muy majo, dueño del restaurante donde comimos, nos contó de la isla y sus costumbres; curiosamente hay un racismo tremendo, pero de los negros hacia los blancos, y una vez que se hace de noche, los blancos no pueden andar por las calles porque no son bien tratados ni por los propios policías, que la mayoría son negros. Curioso que eso ocurra en una provincia Francesa, porque no hay que olvidarlo que la Martinica es Francia.
Básicamente el carnaval es para los negros, los blancos son minoría y prácticamente no se ven; se disfrazan de mujer hortera y tetona, y a beber por las calles hasta media tarde que se organiza una caravana de carrozas muy hortera y cutre, luego continua la fiesta con tambores y mas tambores y a seguir bebiendo hasta que el cuerpo aguante. Al anochecer los blancos abandonan la ciudad para evitar problemas… ¿será porque en la oscuridad se ven mucho más? No, la verdad es que los abuelos de los negros disfrazados de mujeres tetonas, les contaron que los abuelos de los blancos que andamos por las calles se dedicaron a maltratarlos, explotarlos a hacerlos trabajar hasta la muerte en los campos de caña de azúcar, abusar de sus madres y algunas cositas mas de poca importancia, y sin preocuparse de nada mas que ganar mas y mas dinero sin pensar ni un solo momento en que los negros también eran seres humanos, y estos, los muy inocentes, van y se lo creen. Criaturitas.
Por la noche, nos pusimos “guapos” y nos fuimos al bareto de ayer (el de la organización, el de la barra libre) a la fiesta oficial de la regata. Habían llegado ya muchos barcos y estaba animadísimo porque no eran solo los tripulantes que habíamos llegado, también estaban familiares y amigos que aprovechando el motivo se habían acercado hasta aquí para recibir a los barcos y continuar luego un viaje por el Caribe.
Todo fue abrazos y felicitaciones, (ron) a medida que la noche avanzaba las olas eran cada vez mas grandes, (ron) las ballenas que vimos durante la travesía prácticamente nos rozaron la quilla (ron). Fotos mas fotos, (ron) risas y conocernos porque hasta aquí nuestros compañeros de travesía éramos solo voces sin caras, (ron) ¡ Ah ¡ ¿tu eres Arturo el del Selene? Encantado te invito a un roncito…
A media noche empezó la gente a retirase, (ron) Manolo el patrón y único tripulante del Xaynos y yo empezamos a liarnos a hablar de lo humano (ron) y lo divino. Es un tío peculiar es médico en un hospital de Vigo y tiene ya mas de 60 años, se hizo la travesía solo en 29 días y enseguida conectamos en la conversación (ron). Dice que navegar es lo mejor para tener estabilidad emocional, (ron) mantener la unidad familiar, tomar actitudes realistas hacia las distintas fases que la vida te hace pasar, (ron) comprender las carencias y virtudes de los demás, en fin, que filosofamos animadamente hasta que pudimos cumplir con la misión importante que la organización nos encomendó, (ron) que fue comprobar que nadie quedaba dentro del bareto antes de que el encargado cerrase.
La travesía hasta las respectivas literas de nuestros barcos fue terrible y peligrosa, las aceras las habían puesto de por lo menos 50 o 70 centímetros de altas, las farolas te miraban desde la altura y se cimbreaban amenazantes; los coches, aparentemente aparcados se movían y trataban de atropellarte cuando estabas próximo, todo estaba en contra para aguarnos la travesía hasta la litera. El pantalán, que hace unas horas era amplio y no se movía nada, ahora eran unas tablas mal olientes de unos centímetros de anchura que se movían mas que la cubierta del Selene en los Alisios. Pero Manolo y yo codo con codo y hombro con hombro (abrazados y cantando oliñas veñen, para más exactitud) fuimos capaces de “arribar” hasta las respectivas literas sin que todas las dificultades que la naturaleza y algún mal intencionado (casi seguro un negro, por lo del racismo que conté mas arriba) nos pusieron para evitarlo.
Al día siguiente después del desayuno y casi sin despedirme mas que de los más allegados, al aeropuerto, avión de Air France hasta Paris, que es mas barato que ir a Caracas por lo de que Martinica es Francia, luego otro (este ya de Iberia) a Madrid y a darle un beso muy grande a Pilar que me estará esperando en el aeropuerto para decirme: - quítate esa barba inmediatamente, que te hace un viejo-, como así fue.
Luego a adaptarme a mi vida burguesa de nuevo, mis vuelos…, y a soñar durante meses con la próxima travesía pero esta vez…
Al día siguiente (6 de febrero) amanecimos resueltos a resolver lo de los billetes de regreso a Madrid, poner mails, hablar con casa, mandar mensajes a los amigos, en fin, volver a las rutinas propias de la civilización.
Después de dormir 7 horas seguidas en una cama que no se movía, algo que no ocurría en las últimos 28 días, y de un desayuno maravilloso en el barcafeteríaresturanteetcetc, nos fuimos en un coche alquilado, Manolo, Javier, Judith y yo al aeropuerto; primero a confirmar mi vuelo del día siguiente a Paris y luego a pasar el día en la capital de la isla, en Fort d France que está de carnavales y por lo visto tiene mucho ambiente. Estaba casi todo cerrado y la ciudad no vale gran cosa. Un tío muy majo, dueño del restaurante donde comimos, nos contó de la isla y sus costumbres; curiosamente hay un racismo tremendo, pero de los negros hacia los blancos, y una vez que se hace de noche, los blancos no pueden andar por las calles porque no son bien tratados ni por los propios policías, que la mayoría son negros. Curioso que eso ocurra en una provincia Francesa, porque no hay que olvidarlo que la Martinica es Francia.
Básicamente el carnaval es para los negros, los blancos son minoría y prácticamente no se ven; se disfrazan de mujer hortera y tetona, y a beber por las calles hasta media tarde que se organiza una caravana de carrozas muy hortera y cutre, luego continua la fiesta con tambores y mas tambores y a seguir bebiendo hasta que el cuerpo aguante. Al anochecer los blancos abandonan la ciudad para evitar problemas… ¿será porque en la oscuridad se ven mucho más? No, la verdad es que los abuelos de los negros disfrazados de mujeres tetonas, les contaron que los abuelos de los blancos que andamos por las calles se dedicaron a maltratarlos, explotarlos a hacerlos trabajar hasta la muerte en los campos de caña de azúcar, abusar de sus madres y algunas cositas mas de poca importancia, y sin preocuparse de nada mas que ganar mas y mas dinero sin pensar ni un solo momento en que los negros también eran seres humanos, y estos, los muy inocentes, van y se lo creen. Criaturitas.
Por la noche, nos pusimos “guapos” y nos fuimos al bareto de ayer (el de la organización, el de la barra libre) a la fiesta oficial de la regata. Habían llegado ya muchos barcos y estaba animadísimo porque no eran solo los tripulantes que habíamos llegado, también estaban familiares y amigos que aprovechando el motivo se habían acercado hasta aquí para recibir a los barcos y continuar luego un viaje por el Caribe.
Todo fue abrazos y felicitaciones, (ron) a medida que la noche avanzaba las olas eran cada vez mas grandes, (ron) las ballenas que vimos durante la travesía prácticamente nos rozaron la quilla (ron). Fotos mas fotos, (ron) risas y conocernos porque hasta aquí nuestros compañeros de travesía éramos solo voces sin caras, (ron) ¡ Ah ¡ ¿tu eres Arturo el del Selene? Encantado te invito a un roncito…
A media noche empezó la gente a retirase, (ron) Manolo el patrón y único tripulante del Xaynos y yo empezamos a liarnos a hablar de lo humano (ron) y lo divino. Es un tío peculiar es médico en un hospital de Vigo y tiene ya mas de 60 años, se hizo la travesía solo en 29 días y enseguida conectamos en la conversación (ron). Dice que navegar es lo mejor para tener estabilidad emocional, (ron) mantener la unidad familiar, tomar actitudes realistas hacia las distintas fases que la vida te hace pasar, (ron) comprender las carencias y virtudes de los demás, en fin, que filosofamos animadamente hasta que pudimos cumplir con la misión importante que la organización nos encomendó, (ron) que fue comprobar que nadie quedaba dentro del bareto antes de que el encargado cerrase.
La travesía hasta las respectivas literas de nuestros barcos fue terrible y peligrosa, las aceras las habían puesto de por lo menos 50 o 70 centímetros de altas, las farolas te miraban desde la altura y se cimbreaban amenazantes; los coches, aparentemente aparcados se movían y trataban de atropellarte cuando estabas próximo, todo estaba en contra para aguarnos la travesía hasta la litera. El pantalán, que hace unas horas era amplio y no se movía nada, ahora eran unas tablas mal olientes de unos centímetros de anchura que se movían mas que la cubierta del Selene en los Alisios. Pero Manolo y yo codo con codo y hombro con hombro (abrazados y cantando oliñas veñen, para más exactitud) fuimos capaces de “arribar” hasta las respectivas literas sin que todas las dificultades que la naturaleza y algún mal intencionado (casi seguro un negro, por lo del racismo que conté mas arriba) nos pusieron para evitarlo.
Al día siguiente después del desayuno y casi sin despedirme mas que de los más allegados, al aeropuerto, avión de Air France hasta Paris, que es mas barato que ir a Caracas por lo de que Martinica es Francia, luego otro (este ya de Iberia) a Madrid y a darle un beso muy grande a Pilar que me estará esperando en el aeropuerto para decirme: - quítate esa barba inmediatamente, que te hace un viejo-, como así fue.
Luego a adaptarme a mi vida burguesa de nuevo, mis vuelos…, y a soñar durante meses con la próxima travesía pero esta vez…
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