La guardia la pasamos “el Letrado” y yo con el chaleco puesto y el atalaje de seguridad sujeto a la línea de vida porque algunas olas nos visitan en la bañera de vez en cuando y también hay momentos en que se va de orza y el mar trata de tirarnos del barco, y por si las moscas…
Poco antes de amanecer vimos la luz de posición de un velero bastante cerca por proa ligeramente a estribor, cuando amaneció distinguimos perfectamente el velero, era un “transmundista”; con un trocito de Génova como única vela para avanzar, tranquilo, durmiendo y sin prisa ninguna. En un par de horas le adelantamos y lo perdimos por la popa. No se si nos vio o no, no dio señales de vida, iría a 3 ó 4 nudos. Me dio envidia.
Los “tranmundistas” son un tipo de navegantes muy típicos, en todos puertos suele haber alguno, son esos barcos veleros de 14 ó 15 metros, viejos, descuidados, con cada vela de un color y muchas cosas colgadas por todos lo lados; no puede faltar amarrado por cubierta una o dos bicicletas, una barbacoa, macetas con plantas, una o dos sombrillas de playa; una zodiac pequeña, vieja, y sin motor amarrada a popa, y como no, un perrito pequeñito que defiende el barco de cualquier extraño. Navegan solos o en familia, recorren el mundo entero sin prisas, alguno lleva años dando vueltas y mas vueltas al mundo, no llevan alcohol en el barco, para no caer en la tentación y tomar decisiones equivocadas que le puedan llevar al desastre, pero en tierra se beben ¡hasta los charcos! especialmente si los invitas, normalmente no tienen un duro. –Me he gastado el dinero que me dieron por el motor de la zodiac en llenar los depósitos de gasoil, es que me voy para Sudáfrica-, me dijo uno en el puerto de Alicante.
Son gente a estudiar por su forma de vida austera, dura, valiente y muchas veces ¡envidiable!
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