Me levanté a eso de las 10 (hora del barco) y desayuné café con leche y miel “pallesa” que trajo Judith; está muy preocupada con mi peso y me persigue por el barco con un tarro de miel, que es muy energética; la verdad es que está buenísima, la miel, claro.
A las 10:00 UTC, 11:00 hora de Madrid, 13:00 hora del barco tomo la posición y anoto la singladura en la carta del Atlántico, posición 18º36´N 28º04´W; hemos hecho 122 millas en las últimas 24 horas, hago cálculos sobre la carta y nos quedan 10 días si todo sale bien.
Ahora que he mencionado la carta del Atlántico, me viene a la cabeza el día que me examiné de Patrón de Embarcaciones de Recreo en Madrid. Éramos unos 150 examinandos, y los problemas de navegación había que resolverlos sobre una carta cutre de la zona del estrecho; cuando finalizabas levantabas la mano y se acercaba uno de los examinadores, comprobaba que habías puesto el nombre y habías firmado y te dejaba marchar. Cuando terminé mi examen levanté la mano y vino el propio, después de hacer la pertinente comprobación me dijo – ya se puede marchar yo le pregunté -¿me puedo llevar el “mapa”?- ¡ vaya ofensa ! para un marino, -¡ se dice carta, no mapa !- me dijo todo ofendido; no, si al final suspendo por esta gilipollez -pensé-, pero no, me dejó llevar el “mapa” a casa, (ahora que no me oye) y me aprobó.
Limpio y troceo un pescado que cogimos ayer, es largo y feo, no se como se llama, me recuerda a un sable por su tamaño y color, pesaría entorno a un kilo y medio; huele fresco y su carne es blanca pero parece que tiene muchas espinas, veremos si lo comemos o no, quizás Jorge lo prepare en caldeirada o algo parecido, ya veremos.
La tarde tranquila leyendo las desventuras de mi colega Magallanes y haciendo sudokus.
Un montón de delfines aparecen entre las olas, hay cientos, hasta donde alcanza la vista, cuando están bajando la ola hacen surf en parte en la superficie y en parte por debajo del agua, un espectáculo. Están pescando porque también revolotean por encima bastantes pájaros, como si fuesen gaviotas, pero de color negro ¿? y de vez en cuando se tiran al agua en picado para coger algún pez, supongo.
Estos delfines, por primera vez desde hace mucho tiempo, no me parecen tristes, me parece están contentos y felices todos en esa enorme manada, a pesar de estar “descalzos” y con las aletas heladas. La verdad es que nunca vi un espectáculo como este, es difícil de contar.
A la caída de la tarde pescamos un dorado de unos cuatro kilos, se defendió bien y tardamos como 20 minutos en sacarlo.
Cena y a la litera que tengo guardia de 4 a 8 de la mañana. Antes de acostarme pude hablar con Pilar por el Iridun, mi madre está bien, estaba algo preocupado de que…, no se como me sentaría si se muriese en mi ausencia y no poder ir a su entierro…
Dice Pilar que ya está bien de excursión, que ya vale de tonterías y que “pase pa casa”, que me echa mucho de menos ¡ bien !
La verdad, que llegado este punto, una vez demostrado que soy capaz de cruzar el Atlántico, los 10 días que faltan se los regalo a quien los quiera.
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